Una mañana diferente.
Esa mañana se había levantado no con el espíritu de siempre.
Se echó al camino para ejercitarse, allí en la protección del alba todavía durmiente.
Y deambulaba como perdido en no sabía muy bien dónde como si no lograra concatenar aquellos pensamientos o, más bien de ordenarlos convenientemente.
Se encontró con las mismas personas que solía ver a diario cosa que al menos le tranquilizó.
Esa mañana alargó la caminata como buscando que saliera lo que estaba por salir y que aún desconocía.
Observaba, mientras paseaba a unas personas que aunque caminaban juntas no se hablaban. Otras, sentadas en los bancos del paseo se apostaban como estatuas rígidas con una extraña luz que les iluminaba el rostro y se veían como rostros sin vida, a pesar de que tuvieran mucha luz.
Sonrió en su interior cuando reconoció el canto de aquellos pajaritos y que era digno de banda sonora de una maravillosa película, aquella que ese día, al levantase carecía de guión alguno.
Levantó la mirada y enmudeció, bloqueó su pensamiento incluso.
Allí estaba de nuevo, el amanecer que tanto le gustaba observar. Cada día diferente y cada día embriagador.
Diluyó en la zona del olvido aquellas siluetas, aparentemente llenas de vida, pero inertes a la vez. Irradiando luz pero no propia.
La ansiedad vivida aquella mañana diferente derivó en un encuentro, aquel que siempre se da cuando se busca aquello que aún no sabiéndolo siempre aparece. Y se abren las nubes y dejan entrever lo que sucederá a posteriori.
Y qué será eso ? Pues aquello que estemos dispuestos a ver, a visualizar.
Esa mañana tan sólo fue diferente en el inicio pero no en el final.
Esa mañana, después del paseo, se sintió contento y agradeció lo diferente de esa mañana.
Eladio Cabello.